Correo «Tengo el síndrome del azulejo»
¡Hola, hola!
¿Cómo va la semana? Espero que estupendamente.
Hoy te vengo a contar algo sobre mí, y aparte de para conocerme un poquito mejor te va a servir para pasar un buen rato y aprender bastante español. ¡Ya verás! Fíjate en las palabras en negrita. 😉
Me encantan los deportes de contacto. Particularmente, me apasionan el boxeo y el muay thai. Empecé a practicar muay thai cuando tenía quince o dieciséis años. Nunca he sido precisamente flexible… de hecho, tengo que confesarte una cosa.
Tengo el síndrome del azulejo. Me rompo antes que doblarme, como diría Leo Harlem, jejeje… Pero eso no me impidió aficionarme al muay thai y practicarlo varias veces por semana durante años: entre semana hasta que me fui a la universidad, y luego siempre en vacaciones. Durante mi período universitario en Murcia, empecé a boxear, porque no encontré ningún gimnasio cerca en el que se practicara muay thai.
Ahí descubrí que era un auténtico cono. Estas cositas de colores llamativos que se usan en deportes como el fútbol para señalar alguna posición y que deben su nombre a la figura geométrica… bueno, esos conos no se mueven un carajo. Tienen movilidad cero. Como yo.
A ver, me explico. Después de practicar muay thai desde que era adolescente, me las arreglaría en una pelea (que espero que no suceda nunca, evidentemente). Pero el muay thai es muchísimo más estático que el boxeo. Eso de estar dando saltitos en boxeo me agota las ganas de vivir… Por eso te digo que soy un cono en boxeo (con los años, menos; pero un cono al fin y al cabo…).
Si un asalto dura tres minutos, yo a los dos minutos (o antes, je…) dando vueltas por el cuadrilátero ya me voy queriendo morir. Y no precisamente por los golpes, sino por toda la energía que se pierde entre saltitos, esquivar golpes (o intentarlo) y lanzarlos.
Pues sí, durante mi primera etapa universitaria, en Murcia capital, descubrí que era un cono en boxeo. Me había acostumbrado a cubrirme de los golpes sin moverme demasiado… pero boxeando no quedaba más remedio que mover el culo.
Entremedias, cuando me dieron una beca para estudiar un semestre en Argentina, también practiqué boxeo allí, en Córdoba (la ciudad de Argentina, no de España… los colonizadores no fueron muy originales poniendo nombres). Allí, curiosamente, había muchísimas más chicas boxeando que en los lugares en los que yo había estado en España (siempre fui la única con excepciones temporales).
En esa época pensé que probablemente era porque las chicas argentinas necesitaban saber defenderse mucho más de lo que lo necesitamos en España. Es un pensamiento desagradable, pero los trágicos números hablan por sí solos… En cualquier caso, no voy a afirmar que sea ese el motivo principal, lo desconozco. Lo que sí me gustaría es que en todas partes hubiera más chicas practicando deportes de contacto. Nunca viene mal saberse defender.
Tiempo después, cerraron el gimnasio de mi pueblo en el que había aprendido tantísimo del muay thai por un escabroso asunto de cuernos… Y tuve que seguir con el boxeo, aunque, sinceramente, no me importó. Ya llevaba varios años practicándolo en diferentes lugares y comenzaba a ser mi deporte favorito, dejando el muay thai en segundo plano.
Comencé a entrenar boxeo en el gimnasio de un yeclano que había participado en dos Olimpíadas… Desde luego, aprendí muchísimo más y terminé de aficionarme por completo (si no lo estaba ya, que seguramente sí)… pero mi segundo nombre seguía siendo Cono.
Mi querida afición por el boxeo me sigue acompañando en Pekín (China), y hace ya meses que entreno con compis chinos y un entrenador uigur, de la provincia de Xinjiang, un chico chino alto y de ojos redondeados y azules. No es relevante ese dato para el boxeo, pero te lo describo porque quizás te interese saber que hay muchos grupos étnicos en este país, aunque el «han» sea el mayoritario.
Por suerte, que tenga el síndrome del azulejo ya no es tan importante, porque la flexibilidad en boxeo no es una exigencia como sí lo es para el muay thai, en el que es necesario levantar las piernas hasta la cabeza del oponente… Cosa que fui consiguiendo con el tiempo, no sin los sudores de la muerte.
Sin embargo, como todo en la vida, igual que perdí mi A2 de italiano por no practicarlo, perdí la poca flexibilidad que había ganado. Si no practicamos, perdemos aquello que hemos conseguido…
Si has llegado leyendo hasta aquí, desde luego tú estás trabajando tu español, ¿verdad? 😉 Quizás no todo lo que te gustaría, pero menos da una piedra. ¡Disfruta del camino!
¡Nos vemos en la Academia!
Un abrazo,
Lucía, de Erre que ELE
Vocabulario
- «Deporte/s de contacto»: disciplina/s en la/s que se requiere el contacto físico entre los deportistas o participantes.
- «[Tener] el síndrome del azulejo»: el «azulejo» es una pieza de cerámica, un revestimiento empleado típicamente en paredes de cocinas o baños. Bien, pues «tener el síndrome del azulejo» es una expresión inventada que apareció en un monólogo del cómico español Leo Harlem. Es una referencia burlona a su mala flexibilidad corporal, ya que, como ocurre con los azulejos (que no se pueden doblar debido al material del que están hechos), le es más sencillo «romperse que doblarse».
- «Aficionarse a (algo)»: empezar a tener una afición, un gusto por algo, por practicarlo como pasatiempo y divertimento.
- […]